Admir y Pèrlav
enfilaron la cuesta abajo que conducía a Bisericuta Paganilor. Era
un lugar que rezumaba misterio. Según contaba la leyenda, antiguos
hombres prehistóricos habían vivido allí. El lugar había sido un
templo dedicado al Sol; pero en la actualidad permanecía abandonado.
Como recuerdo de aquellos tiempos pasados sólo quedaban antiguos
dibujos esculpidos en la roca: espirales y símbolos cuyos
significados habían sido olvidados largo tiempo atrás. En la zona
había grandes rocas, árboles centenarios y cuevas perfectas para
ocultarse durante un tiempo.
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Bueno, ya hemos llegado. En el centro de este lugar, entre altas piedras, hay una cueva oculta que casi nadie conoce. Vamos a acampar allí, a relajarnos un poco y a decidir cuál será nuestro siguiente paso.
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Este lugar me da escalofríos.
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Normal. A ti y a mucha gente. Esa será nuestra ventaja: que todo el mundo piensa que aquí, cuando cae la noche, los espíritus y brujas se reúnen alrededor de fuegos para bailar, cantar, hacer pociones y conjuros… Pero tranquilo: yo ya he dormido aquí en más de una ocasión, y nunca he visto ningún ser sobrenatural. El único peligro real son los lobos y los osos.
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¡Más osos! ¡Lobos! ¿Te parecen poco peligro?
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No pasa nada, hombre. En la cueva a la que te voy a llevar estaremos a salvo, siempre y cuando mantengamos un fuego encendido a la entrada. Haremos turnos de vigilancia para que la lumbre nunca se apague.
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