Una fría tarde de
invierno Víctor y Diego quedaron para jugar al fútbol con sus
amigos y con Helena. De camino a las pistas se encontraron un
saltamontes azul con cabeza gigante. Éste saltó sobre la barriga de
Diego, y le dijo:
- ¡Diego, tengo miedo!
- ¿Quién eres tú, y por qué sabes mi nombre?
- ¿Cómo no voy a saber tu nombre? Tú eres nuestro rey: el rey de los saltamontes.
- Qué dices.
- Eres nuestro rey, y punto ¿Es que no lo has entendido?
- A mi no me han dicho nada.
- Pues ya lo sabes. Y ahora ayúdame, que tengo miedo.
- ¿Miedo de qué?
- De la gente. Todo el mundo anda empeñado en pisarnos. Cada día cientos de saltamontes mueren aplastados por el peso de los zapatones de los humanos.
- Vale. Le diré a la policía que ponga señales de advertencia para que nadie os pise. Y si alguien se atreve a haceros daño, le caerá una multa de 200.000 €.
- De acuerdo. Gracias, mi rey.
- De nada, hombre.
Dicho esto el
saltamontes siguió su camino. Diego siguió el suyo. Y nunca más
volvieron a verse.
Bonita historia, Diego está entusiasmado por aparecer en el.
ResponderEliminar¡Genial!
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